Esta Meditación Eucarística está diseñada para ayudarte a pasar de 30 minutos a una hora en meditación y oración silenciosa con Jesús durante la adoración eucarística. Incluso si no puedes estar físicamente presente en una iglesia o capilla de adoración con el Santísimo Sacramento, puedes unirte espiritualmente a la Eucaristía mientras pasas este tiempo en oración.
LA GRACIA QUE BUSCO: creer que Jesús transformará todo mi ser en sí mismo
ENEL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.
Jesús, el Señor de la Vida, se ha entregado a ti en la Eucaristía. En este momento te mira con gran amor a ti, su hijo predilecto. Detente unos instantes y maravíllate ante el don que te ha hecho. Permítete descansar en su mirada de amor. Agradece a Jesús el don de sí mismo en la Eucaristía.
PIDE LA GRACIA: Jesús, ayúdame a confiar en ti para que me envuelvas cada día con tu luz y tu gracia.
Lee despacio, 3-4 veces. Deje que las palabras de la Escritura inunden su mente y su corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de este pasaje.
"Yahveh dijo a Abram: 'Sal de la tierra de tus parientes y de la casa de tu padre a una tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición'". (Génesis 12:1-2)
Permítete sentarte un rato con estas preguntas, atento a cómo el Señor habla en tu corazón.
Al continuar esta Jornada de Cuaresma, ¿cómo te ha revelado el Señor sus bendiciones? Recuerda ejemplos concretos de las bendiciones físicas y espirituales que ha derramado sobre ti. ¿Cómo transforman estas bendiciones tu corazón para que seas una bendición para los demás?
Lee despacio, 3-4 veces. De nuevo, deja que las palabras de la Escritura inunden tu mente y tu corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de este pasaje.
"Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos; su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. [...] Entonces Pedro respondió a Jesús: "Señor, qué bien que estemos aquí"". (Mateo 17:1-2, 4)
Permítete sentarte un rato con estas preguntas, atento a cómo el Señor habla en tu corazón.
El Señor nos conduce a un lugar de intimidad consigo mismo, y en esa intimidad nos transforma en su luz y su bondad. Contemplando la Eucaristía, pide a Jesús Liderar que te lleve a la intimidad con su corazón. Descansa en ese corazón, y di con los discípulos: "Señor, es bueno que esté aquí".
Permanece en silencio con el Señor. Deja que hable en el silencio, en tu corazón. Acoge su presencia. Si te ayuda, escribe lo que sientes que el Señor te comunica durante este tiempo de oración.
ODios, que nos has mandado escuchar a tu amado Hijo, complácete, te rogamos, en alimentarnos interiormente con tu palabra, para que, con vista espiritual purificada, nos regocijemos al contemplar tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.(Colecta, Segundo domingo de Cuaresma)
En cada Misa, Jesús se ofrece al Padre por nosotros. Siempre podemos unir nuestras propias ofrendas a las de Jesús en la Misa. Este domingo, ofrece tu anhelo de revestirte de Cristo para que te conviertas en una bendición para los demás, como Jesús.
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