Esta Meditación Eucarística está diseñada para ayudarte a pasar de treinta minutos a una hora en meditación y oración silenciosa con Jesús durante la adoración eucarística. Incluso si no puedes estar físicamente presente en una iglesia o capilla de adoración con el Santísimo Sacramento, puedes unirte espiritualmente a la Eucaristía mientras pasas este tiempo en oración.
LA GRACIA QUE BUSCO: permanecer siempre en Jesús
ENEL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.
Detente unos instantes y permítete tomar conciencia de la entrega de Jesús en la Eucaristía. Date cuenta de que, en este preciso momento, el Señor de la Vida te está mirando con gran amor. Permítete acoger su mirada de amor. Eres su hijo amado. Descansa en su mirada de amor.
Agradece a Jesús el don de sí mismo en la Eucaristía.
PIDE LA GRACIA: Jesús, ayúdame a amar a los demás para permanecer siempre en ti.
Lee despacio, 3-4 veces. Deje que las palabras de la Escritura inunden su mente y su corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de este pasaje.
"Y su mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como él nos mandó. Los que guardan sus mandamientos permanecen en él, y él en ellos; y la forma en que sabemos que él permanece en nosotros es por el Espíritu que nos dio." (1 Juan 3:23-24)
Permítete sentarte un rato con estas preguntas, atento a cómo el Señor habla en tu corazón.
El mundo de hoy parece estar lleno de violencia y odio. Sin embargo, Jesús nos llama a amar radicalmente; de hecho, Juan nos dice que lo ordena. Podemos estar seguros de que permanecemos en Jesús si seguimos su mandato de amar. Piensa en una persona a la que te cueste amar ahora mismo. Pregúntale a Jesús cómo te invita a hacer un acto concreto de amor por ella. Pídele el valor y la fuerza para llevar a cabo este acto.
Lee despacio, 3-4 veces. Deja que estas palabras inunden tu mente y tu corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de esta meditación.
"Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, dará mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada". (Juan 15:4-5)
Para amar como Jesús ama, debemos permanecer unidos a Él. Su amor debe correr por nuestras venas; debemos permitirle que habite en nosotros. ¿Hay alguna zona de tu corazón que hayas mantenido oculta al Señor? ¿Por qué no has permitido que su amor llegue a ese lugar? Háblalo con Él, dejando que su presencia amorosa en la Eucaristía te reconforte allí.
Permanece en silencio con el Señor. Deja que hable en el silencio, en tu corazón. Acoge su presencia. Si te ayuda, escribe lo que sientes que el Señor te comunica durante este tiempo de oración.
Dios todopoderoso y eterno, realiza constantemente en nosotros el misterio pascual, para que los que te complaciste en hacer nuevos en el santo Bautismo den, bajo tu protección, mucho fruto y lleguen al gozo de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. (Colecta, V Domingo de Pascua)
En cada Misa, Jesús se ofrece al Padre por nosotros. Siempre podemos unir nuestras ofrendas a Jesús en la Misa. Este domingo, ofrece tu deseo de permanecer unido a él, de amar como él ama.
En la vida de cada uno de nosotros hay personas que anhelan ser amadas. Tal vez han tomado decisiones que han alejado a los demás; tal vez fingen no querer a nadie más. Sin embargo, en el fondo de todo corazón humano hay una sed desesperada de amor. ¿Quién es la primera persona que te viene a la mente cuando lees esto? Ponte como meta esta semana mostrarle un acto concreto de amor, tal vez una llamada telefónica, una carta, un abrazo o simplemente una sonrisa y una palabra de aliento cuando la veas. ¡Deja que el Espíritu Santo Liderar!
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