Después del maravilloso momento de recibir al Señor en la Sagrada Comunión, ¿qué debemos hacer? De acuerdo: ¡rezar! Según la Diócesis de Peoria, "Después de recibir la Santísima Eucaristía volvemos a nuestro banco... Este es el momento más oportuno para orar y hablar con nuestro Señor, a quien acabamos de recibir"(A Study of the Mass, p. 20). La Instrucción General del Misal Romano nos indica que este período puede dedicarse a la oración en silencio o al canto: "Terminada la distribución de la Comunión, si es oportuno, el sacerdote y los fieles oran en silencio durante algún tiempo. Si se desea, toda la asamblea puede cantar un salmo u otro cántico de alabanza o un himno"(IGMR, 88). Dependiendo de las tradiciones de su parroquia, es probable que haya existido un himno o antífona de Comunión, que comenzaba después de que el sacerdote recibía la Comunión. Su parroquia también puede tener la tradición de cantar un himno de Post-Comunión, a veces llamado himno de acción de gracias. Muchos autores recomiendan que, además de éstos, haya también un tiempo de silencio.
El P. Guy Oury afirma que es importante un periodo de silencio: "Toda la Iglesia, toda la comunidad, debería tomarse un tiempo para dar gracias en silencio. Es importante hacerlo, aunque haya que hacerlo después de la despedida. Este es el momento, si es que lo hay, de introducir un tiempo de silencio, como se recomienda también en otros momentos de la celebración". En general, sin embargo, la Plegaria Eucarística es mucho menos silenciosa que en el pasado, y el silencio que favorece el recogimiento es un valor que no hay que perder. La acción de gracias es absolutamente indispensable en su forma colectiva y en su forma personal. La eficacia sacramental de la Eucaristía no funciona automáticamente. Requiere disposiciones. La Misa misma es una acción de gracias, pero la acción de gracias no cesa con la recepción de la Comunión. Continúa, y puede extenderse a un himno o a un salmo recitado en común. Se canta mucho en el curso de la Misa, pero en este momento es bueno dejar que la paz del silencio caiga sobre la asamblea"(La Misa, p. 123).
Entonces, ¿qué tipo de oración conviene en este tiempo? El P. Oury menciona a un autor anónimo que escribió en Siria hacia el año 300 d.C. y que nos da un ejemplo: "Después de recibir el precioso Cuerpo y la preciosa Sangre de Cristo, le damos gracias por habernos hecho dignos de participar en sus santos misterios y le pedimos que esta participación no sea para juicio y condenación, sino para la salvación y el beneficio del alma y del cuerpo, para la conservación de la piedad, para la remisión de los pecados y para la vida del mundo venidero"(La Misa, p. 117). Tal vez sea éste un momento de oración en el que el agradecimiento brota de nuestros corazones al reconocer el maravilloso don que se nos ha concedido. Tal vez sea un momento para pedir que se nos fortalezca para lo que estamos afrontando. Con suerte, es un momento para decir de corazón que realmente queremos vivir en el amor de Dios.
Cualquiera que sea nuestra oración, el Padre Joseph McGloin nos recuerda que este tiempo de silencio no debe ser sin sentido y pasivo: "Así que, aunque este es un tiempo de silencio, no es un tiempo para mantenernos erguidos, ya sea arrodillados o sentados, y dormitar soñando con el día siguiente o la noche pasada. Tampoco es el momento de decir: "Está bien, Señor, haz lo tuyo", y luego sentarnos a esperar pasivamente a que Él lo haga. Eso sería tan cortés como recibir a un visitante en casa y quedarnos sentados mientras nos agasaja. No, este momento de unión con Dios después de la Sagrada Comunión debería ser para nosotros la parte más activa y maravillosa de la Misa. Le hablamos y le escuchamos. Hablará en voz baja, como casi siempre se comunica con los hombres... Quiere enseñarnos, especialmente en este momento íntimo, a amarle a su vez. Esto significará una respuesta activa por nuestra parte. La oración silenciosa no significa sentarse en una pasividad regia, esperando que los dones se pongan a nuestros pies. Una señora se quejó una vez a Fr. Walter Farrell, el gran escritor dominico, de que no podía rezar en presencia del Santísimo Sacramento. Empiezo un Ave María", le dijo, "y luego miro al Sagrario y empiezo a pensar en lo bueno que es Dios, y nunca termino mi Ave María". ¿No sabía rezar? He aquí una oración perfecta. Y María sería la primera en admitirlo. El propósito mismo de nuestra devoción a María (y a todos los santos) es Liderar para que adoremos a su divino Hijo"(Cómo sacar más provecho de la Misa, pp. 137-9).
Así pues, ¡aprovechemos bien esta ocasión de oración después de la Comunión y acerquémonos más al Señor que acabamos de recibir!
1. Repasa la enseñanza del Señor Jesús sobre la oración en Mateo 6:5-8. Lleva esta atención a la oración personal a Dios Padre a tu tiempo de oración después de recibir la Comunión.
2. ¿Cuál es la práctica de oración de su parroquia durante y después de la Comunión? Participa activamente en este tiempo de oración, y no dudes en hablar con tu párroco si tienes sugerencias sobre el uso de himnos o el silencio durante este tiempo.