Una vez que "la misa ha terminado" y seguimos nuestro camino, puede que sientas que hay algo más. ¿En qué más debemos pensar? La Misa sólo termina en el sentido de que una determinada reunión familiar de la parroquia se detiene temporalmente. Como nos han enseñado algunos de nuestros autores favoritos de esta serie, la Misa continúa.
Durante nuestro repaso de la Misa, hemos visto cómo Dios habla a su pueblo. Hemos reflexionado sobre el gran don de Jesús, que se ha entregado en sacrificio para el perdón de nuestros pecados. Hemos orado a través del gran don de la Misa, que nos une al sacrificio salvador de Nuestro Señor y nos invita a participar. Hemos meditado sobre la Eucaristía como nuestra verdadera fuente de unidad con Dios y entre nosotros. Nos hemos preparado para salir, reconociendo que nuestra misión es compartir los frutos de la Misa en el mundo". En esta línea, Charles Belmonte enseña sobre la misión de la Misa: "El Señor no nos quiere alejados de nuestro entorno, de nuestro trabajo, de nuestras relaciones sociales. Nos quiere en el mundo para que lo santifiquemos y mejoremos, y pongamos a los pies de Dios todas las almas e instituciones, toda la vida política y todas las actividades en general". El Beato Josemaría Escrivá nos señala: "Tu contacto ordinario con Dios tiene lugar allí donde están tus semejantes, tus anhelos, tu trabajo y tus afectos. Allí tienes tu encuentro diario con Cristo. Es en medio de las cosas más materiales de la tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres'. Por eso, la Misa no debe tomarse como una especie de evasión de nuestros deberes"(Comprender la Misa, p. 198).
Del mismo modo, el P. Guy Oury escribe: "Lo que queda después [de los Ritos Concluyentes de la Misa] es ir y vivir la Misa que hemos celebrado y la Comunión que hemos recibido: vivirla en unión permanente con la voluntad del Padre y en unión unos con otros. La Misa no termina en la puerta de la Iglesia. No hay línea de demarcación entre el culto y la vida"(La Misa, p. 124).
Viendo unidad en nuestra vida dentro y fuera de misa, Belmonte escribe (incluyendo unas palabras del Papa San Pablo VI) que "debemos dirigirnos a nuestras ocupaciones cotidianas para encontrar a Dios también en ellas. Así, evitaremos llevar una doble vida: 'por un lado, una vida interior, una vida de relación con Dios; y por otro, una vida separada y distinta, profesional, social y familiar, llena de pequeñas realidades terrenas. ¡No! No podemos Liderar una doble vida... Sólo hay una vida, hecha de carne y espíritu. Y es esta vida la que tiene que llegar a ser, tanto en el alma como en el cuerpo, santa y llena de Dios. Descubrimos al Dios invisible en las cosas más visibles y materiales. No hay otro camino. O aprendemos a encontrar al Señor en la vida ordinaria y cotidiana, o no lo encontraremos nunca"(Comprender la Misa, p. 198).
A medida que esta serie se acerca a su fin, me sorprende lo gratificante y enriquecedor que ha sido este paso a paso a través de la Misa: Jornada . Sin duda, hay otros más eruditos o más originales. Probablemente, hay algunas espiritualidades y bendiciones de la Misa que podrían haber sido revisadas con más detalle. Espero que estas reflexiones os hayan sido útiles a todos. Espero que hayan sido una invitación a aprender más sobre el maravilloso don de la Misa. Rezo para que hayan sido un punto de partida para seguir rezando y aprendiendo en los próximos años.
Con un corazón agradecido, seguimos adelante. Recordamos las grandes verdades y los dones compartidos a lo largo del camino. La Misa es realmente un encuentro con el Señor Jesús, en su Palabra, a través del sacerdote y la comunidad reunida, pero sobre todo en su Cuerpo y Sangre en la Santísima Eucaristía. Como sabemos, la Misa no es sólo una actividad que se realiza una vez a la semana, no es algo que "encendemos" y luego "apagamos" cuando terminamos. Más bien, la Misa nos cambia y nos hace más semejantes a Cristo, nos perfecciona y nos prepara para el cielo. Este cambio no es sólo interno, sino que debe vivirse en el mundo para que otros puedan ser llevados a los frutos de la Misa, tanto en esta vida como en el Banquete eterno del Cordero en el cielo. Rezo para que siempre podáis encontrar a Cristo verdaderamente presente en el sagrario, en el altar y en medio de la vida. Rezo para que siempre lo encontréis. Rezo para que los frutos de la Misa os acompañen en el mundo, y rezo con gran esperanza por la alegría de estar todos unidos en perfecta adoración a Dios, unidos en el gran Banquete del Cielo.
1. Con gratitud, reflexiona sobre tu participación en la serie del P. Lucas. ¿Qué partes de la Misa o qué temas te han llamado más la atención? ¿Cómo has compartido lo que has aprendido con los demás, o cómo podrías hacerlo al concluir la serie?
2. Rezad para profundizar en la integración de vuestra vida interior, y continuad acercándoos a la Eucaristía y a la Misa como fuente de unidad para todos los aspectos de vuestra vida. ¡Reza también por el P. Luke y por todos los que han compartido contigo la Jornada de esta serie!
Imagen de cabecera de Devin Rosa