Serie Mystagogy

Hermosa luz: Una mistagogía pascual, Parte V-Misterio pascual

Bienvenido a Bella Luz, una catequesis litúrgica enraizada en la tradición mistagógica de la Iglesia. La mistagogía es una antigua forma de catequesis que nos ayuda a profundizar en los misterios que celebramos en los sacramentos. Cada semana, un nuevo tema te ayudará a centrarte en las gracias disponibles a través de la Misa mientras reflexionas en oración sobre el contenido.

Imagine el Rito

Mientras la Sagrada Víctima yace apaciblemente sobre el altar, usted permanece arrodillado, mientras los momentos de silencio se mezclan con las oraciones que evocan el drama de la redención. El sacerdote permanece en posición de "orans", con las manos a ambos lados del cuerpo, erguido en oración. "Por eso, Señor, al celebrar el memorial de la Pasión salvadora de tu Hijo, su maravillosa Resurrección y Ascensión al cielo... Mira, te rogamos, la oblación de tu Iglesia y, reconociendo a la Víctima sacrificial por cuya muerte quisiste reconciliarnos contigo, concédenos... llegar a ser un solo cuerpo, un solo espíritu en Cristo". Tú sabes que esto es real. Sabes que es verdad. No sólo se te hace presente el sacrificio de Jesús para que participes en él, sino también su triunfo. La memoria sagrada y viva te atrae hacia este misterio, como el cielo besa verdaderamente a la tierra. Se despierta en ti el deseo de eternidad, y en estos momentos estás seguro de que Jesús hace nuevas todas las cosas.

Mujer arrodillada rezando en la iglesia

Pregunta de reflexión

Considera la magnitud del amor del Padre al contemplar a Cristo, su Hijo, ofrecido como víctima sacrificial por ti, para perdonar tus pecados y reconciliarte con Dios. ¿Cómo responde tu corazón al drama de la redención? ¿Qué significa para ti que la redención en Cristo se hace presente y disponible de nuevo en el altar en cada Eucaristía?

Extracto de los Padres de la Iglesia

El Señor, siendo Dios, se hizo hombre. Sufrió por los que sufren, fue atado por los presos, condenado por los culpables, sepultado por los que yacen en el sepulcro; pero resucitó de entre los muertos y gritó en voz alta: ¿Quién se enfrentará a mí? Que me haga frente. He liberado a los condenados, he resucitado a los muertos, he levantado a los hombres de sus tumbas. ¿Quién tiene algo que decir contra mí? Yo, dijo, soy el Cristo; yo he destruido la muerte, triunfado sobre el enemigo, pisoteado el infierno, atado al fuerte y llevado a los hombres a las alturas del cielo: yo soy el Cristo.

Venid, pues, todas las naciones de los hombres, recibid el perdón de los pecados que os contaminan. Yo soy vuestro perdón. Yo soy la Pascua que trae la salvación. Yo soy el cordero inmolado por vosotros. Yo soy vuestro rescate, vuestra vida, vuestra resurrección, vuestra luz, soy vuestra salvación y vuestro rey. Yo te llevaré a las alturas del cielo. Con mi propia diestra te elevaré y te mostraré al Padre eterno.

-Melito de Sardis

Primer plano de un crucifijo

Reflexión catequética sobre el rito

En cada Eucaristía, el drama de la redención se hace presente de nuevo cuando Cristo ofrece su Cuerpo para la salvación del mundo. El Misterio Pascual por el que se realiza nuestra redención se vuelve a presentar en el altar. Es esta re-presentación, este recuerdo, esta anamnesis, lo que el Señor quiso en la primera celebración de la Eucaristía en la Última Cena. Plenamente consciente de la ofrenda sacrificial que iba a hacer en la Cruz del Calvario, Cristo ordenó a sus discípulos que celebraran la Eucaristía en recuerdo -en anámnesis- deÉl. Cristo mandó celebrar la Misa como un acto de recuerdo del Misterio Pascual que Él iba a vivir y por el que nos reconciliaba con Dios Padre. Sin embargo, este acto de memoria no pretendía ser una simple evocación de un acontecimiento que tendría lugar en un único momento de la historia. En el corazón de la anamnesis está el acto de hacer presente hoy un acontecimiento que se desarrolló en el pasado. Así, por la fuerza del Espíritu Santo, el sacrificio de Cristo en la cruz -el acontecimiento redentor que tuvo lugar el Viernes Santo de hace más de dos mil años y que, por el poder de Dios, trascendió el tiempo para la salvación de toda la humanidad- se nos hace presente hoy en cada Eucaristía.  

El Catecismo de la Iglesia Católica describe el memorial sacrificial de Cristo en la Misa de la siguiente manera: "La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización y la ofrenda sacramental de su único sacrificio... En la celebración litúrgica estos acontecimientos se hacen en cierto modo presentes y reales"(CIC, 1362-1363). En la celebración eucarística, el Misterio pascual traspasa los límites del tiempo, del espacio e incluso de la razón humana, al hacernos presentes los momentos en que Cristo sufre, muere, resucita y asciende al cielo. Consideremos la profundidad del misterio que se hace presente. Cuando nos arrodillamos ante el Señor en la Eucaristía, nos arrodillamos en la tierra santa del Calvario al contemplar el Cuerpo de Cristo sacrificado en la Cruz por nuestros pecados. Aunque sobrecogidos por la magnitud del amor de Cristo revelado en su Pasión y Muerte, no quedamos en el dolor, porque en nuestro corazón resuenan las palabras salvadoras de Cristo que nos devuelven la alegría: "Yo soy el Cristo... Yo soy la Pascua que trae la salvación". En la Eucaristía, se nos hace presentes no sólo la Pasión y la Muerte de Cristo, sino también su gloriosa Resurrección y Ascensión. Arrodillados ante el Cordero inmolado, nos arrodillamos también ante Cristo Rey, que ha vencido a la muerte con la Resurrección, para que recibamos en Él la vida nueva.

Vivir a Cristo hoy

Como familia de fe, nos reunimos en torno a la mesa de la Eucaristía para recordar el Misterio Pascual y dar testimonio de la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo hechas presentes en el altar. Como testigos del Misterio Pascual re-presentado en la Eucaristía, somos enviados en misión como discípulos de Cristo para proclamar el amor de Dios al mundo. 

Joven sentado en una iglesia con vidrieras de fondo

Al salir de la Eucaristía, tengamos cuidado de no confundir nunca la anamnesis con la amnesia. Imaginad por un momento cómo puede desarrollarse esta amnesia espiritual: salís de la Misa en la paz del Señor, dispuestos a proclamar el amor de Dios a cualquiera que veáis, sólo para sentiros rápidamente abrumados y distraídos por las exigencias que se amontonan en la vida diaria. Antes de que te des cuenta, empiezas a olvidarte del Señor mientras luchas por equilibrar las diversas responsabilidades que tienes ante ti. Esta es una realidad a la que nos enfrentamos muchos de nosotros. En medio de las muchas prioridades que compiten por nuestra atención -desde los planes familiares, a los plazos del trabajo, a las preocupaciones por la salud, etc.- estamos tentados de perder de vista al Señor y su misión para nuestras vidas. Por tanto, debemos salir de la Eucaristía dispuestos a combatir esta amnesia espiritual con el compromiso decidido de vivir en el recuerdo activo de los misterios salvíficos de Cristo en cada momento de cada día. Mientras nuestros días se vuelven ajetreados y nuestras mentes se llenan de ruido, hagamos una pausa para recordar a Aquel que nos ama. Con la mirada siempre fija en Cristo, podemos empezar a vivir recordando los misterios salvíficos que no sólo se hacen presentes en el altar, sino que también se manifiestan en nuestras vidas.

Como se refleja en la vida de los primeros discípulos, la persona que ha encontrado el amor de Dios en la persona de Jesucristo se siente impulsada a proclamar este amor a los demás. También nosotros compartimos esta misión apostólica de salir de la Eucaristía para proclamar la Buena Nueva de la salvación a todo el mundo. De palabra y de obra, anunciamos a Cristo a quienes encontramos, con la esperanza de que también ellos conozcan el amor salvífico de Dios. Esta es nuestra misión: vivir desde la anamnesis en el recuerdo activo del Misterio pascual y proclamar esta Buena Noticia a los demás para que también ellos lleguen a compartir la alegría del Señor.

A través de la Hermosa luz cada semana, del 13 de abril al 25 de mayo de 2023, se te invitará a profundizar en los misterios de la Misa a través de cuatro pasos:

1. Meditar sobre un rito (o parte) de la Misa;

2. Lectura de un fragmento de uno de los Padres de la Iglesia relacionado con el rito;

3. Comprometerse con una reflexión catequética sobre el rito de la Misa;

4. Considerar cómo puedes "Vivir a Cristo hoy", tendiendo un puente entre tu experiencia de fe y tu vida diaria de discipulado.

También le invitamos a profundizar aún más rezando con nuestros Compañeros de Oración Eucarística para el Tiempo Pascual [Inglés | Español] que conectan cada semana con nuestra serie de Mistagogía.