La misa paso a paso

Haced esto en memoria mía, 10ª parte: La absolución penitencial

Tras dedicar un breve momento a recordar nuestros pecados y aclamar juntos la misericordia de Dios, el sacerdote pronuncia unas palabras que el Misal Romano denomina "la absolución". ¿Es ésta una absolución "real", otra versión de la absolución que recibimos en el Sacramento de la Reconciliación? La respuesta corta es no, no es lo mismo. Veámoslo un poco más de cerca.

No es una confesión sacramental

En palabras de Charles Belmonte: "Al final [del Acto Penitencial], el sacerdote se refugia con sus hermanos en la misericordia de Dios: Que Dios todopoderoso se apiade de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna"(Comprender la Misa, p. 56). En el pasado, a algunas personas (incluidos sacerdotes) se les decía erróneamente que esta oración era el equivalente de la oración de absolución que el sacerdote dice en el Sacramento de la Reconciliación. Esto no es cierto. Para dejarlo claro, la Instrucción General del Misal Romano dice directamente que esta oración "carece de la eficacia del Sacramento de la Penitencia"(IGMR, n. 51). Profundizando, Belmonte comenta: "El [Acto] Penitencial de la Misa no es una confesión sacramental; por lo tanto, no trae la remisión inmediata de los pecados mortales. El perdón de los pecados mortales debe obtenerse en el Sacramento de la Penitencia". También es importante recordar que una persona que ha cometido un pecado mortal no puede comulgar si no se confiesa previamente"(Comprender la Misa, p. 57).

Si pensamos en las palabras mismas de la oración, esta explicación tiene sentido. El sacerdote simplemente pide al Señor que se apiade de nosotros, nos perdone y nos lleve al cielo. Esto es claramente diferente de las palabras de la absolución sacramental, donde el sacerdote, en la persona de Cristo, dice las palabras: "Dios, Padre de misericordias, por la muerte y resurrección de su Hijo ha reconciliado al mundo consigo y ha enviado al Espíritu Santo entre nosotros para el perdón de los pecados; por el ministerio de la Iglesia, que Dios os dé el perdón y la paz, y yo os absuelvo de vuestros pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo." En el Sacramento de la Reconciliación (también conocido como Sacramento de la Penitencia o Confesión), confesamos abiertamente nuestros pecados y se los decimos al sacerdote, mientras que en la Misa los revisamos interiormente. En la Misa, ciertamente estamos reconociendo que tenemos pecados y que necesitamos la misericordia del Señor, pero no estamos llevando directamente esos pecados a Dios para su perdón como lo hacemos en la Reconciliación.

Obtención del indulto

Aunque las palabras que el sacerdote pronuncia en la Misa no son una absolución sacramental, eso no significa que no sean importantes. Como dice Belmonte, "el [Acto] Penitencial, si se dice con verdadera contrición, ayuda a obtener el perdón de los pecados veniales presentes, así como a suscitar un nuevo dolor por los pecados pasados que ya han sido perdonados. De este modo, nos ayuda a purificarnos y a participar mejor en la Santa Misa"(Comprender la Misa, p. 57). Como hemos repasado anteriormente, el Sacrificio de la Misa es nuestra participación en el único sacrificio perfecto de Jesús ofrecido en la Cruz para el perdón de los pecados. Es un lugar apropiado para que recordemos qué maravilloso Salvador tenemos y cuán poderoso es el don de su perdón en nuestros corazones. Esperamos que también nos ayude a decidirnos a buscar la gracia sacramental de la Reconciliación siempre que la necesitemos.

Una pausa necesaria

No sé a todos ustedes, pero a veces encuentro que cuando mis días están llenos, a menudo voy de una cosa a la siguiente sin tiempo para la reflexión. Me parece que necesito breves momentos de tranquilidad en mi día para poder revisar a fondo lo que he dicho y hecho. Es en esos momentos cuando me doy cuenta de las veces que me he desviado del camino y necesito un reset. Del mismo modo, el Acto Penitencial de la Misa puede ser ciertamente una oportunidad importante para revisar cómo hemos vivido desde nuestra última vez en Misa. También es un gran momento para darse cuenta de que puede haber pecados que necesiten el perdón sacramental antes de recibir la Comunión.

A medida que sigo creciendo en mi vida como sacerdote, descubro que el Acto Penitencial es una de mis partes favoritas de la Misa. Es un gran regalo recordar dónde necesito la misericordia de Dios y aclamar su gran misericordia junto con el pueblo de Dios. Para aumentar nuestra alegría, a continuación cantamos la gloria de Dios.

Para reflexionar:

1. El Cántico de Zacarías(Lucas 1,68-79) refleja la confianza de Zacarías en la misericordia amorosa de Dios tras su período de nueve meses de silencio antes del nacimiento de Juan el Bautista. Tómate un tiempo para reflexionar en silencio sobre la misericordia de Dios en tu vida. Concluye rezando este cántico, que forma parte de la oración matutina diaria de la Iglesia.

2. El P. Lucas reconoce la importancia de unos breves momentos de silencio en nuestro día para reflexionar sobre nuestros pensamientos, palabras y acciones. ¿Dónde puedes incluir o dedicar unos momentos de silencio en tu agenda diaria? La próxima vez que te preguntes: "¿Y ahora qué?", concédete unos momentos de oración en silencio antes de pasar a la siguiente tarea.