"La Palabra del Señor".
"¡Gracias a Dios!"
Después de la Primera y Segunda Lectura en la Misa, tenemos esta declaración familiar y la respuesta de la congregación. Como enseña el Estudio de la Misa de la Diócesis de Peoria, "Al final de la lectura, el lector anuncia 'la Palabra del Señor', que es un testimonio de nuestra fe en la Palabra inspirada de Dios en la Sagrada Escritura. Mostramos de inmediato nuestra gratitud y respondemos: "¡Gracias a Dios! Agradecemos que Dios se nos haya revelado y que siga hablándonos" (p. 7).
Mucho más que un simple "procedimiento operativo estándar", estos pequeños diálogos son realmente poderosas afirmaciones de lo que está sucediendo durante la Liturgia de la Palabra. Mientras el lector proclama la Palabra de Dios, nosotros escuchamos lo que Dios quiere enseñarnos ese día en particular. Aunque en general estemos atentos a las lecturas, podemos distraernos fácilmente. Tal vez nos fijamos en alguien que está sentado cerca y pensamos en una pregunta que querríamos hacerle. A veces, una palabra de la lectura nos recuerda otro pensamiento. Tal vez nos ruge el estómago y empezamos a pensar en cuál será nuestra próxima comida. En cualquier caso, al final de la lectura, el lector nos ayuda a retomar el camino si nos hemos extraviado. El lector dice: "La Palabra del Señor", como si dijera: "Por si lo has olvidado o no te has dado cuenta, el Señor, Dios del cielo y de la tierra, acaba de hablarte". Es realmente asombroso pararse a pensarlo: Dios nos habla a nosotros, su pueblo, a través de las lecturas de la Misa.
Nuestra respuesta, "Gracias sean dadas a Dios", reconoce que Dios está hablando realmente a su pueblo a través de la lectura bíblica que acabamos de escuchar y que nos reconocemos bendecidos por oír esas palabras. Adoptar el hábito de dirigirnos a Dios con gratitud también puede sernos de gran ayuda en nuestra vida diaria. En medio de nuestras vidas, es fácil que nuestros corazones se vuelvan hacia dentro, como cuando pensamos en lo que nos hace felices o en lo que nos gustaría cenar. En situaciones más serias, cuando caemos en pecado, nos volvemos hacia adentro de una manera que aleja nuestra visión de Dios y de los demás. Cuando esto sucede, podemos caer en el egoísmo y en comportamientos egoístas. También podemos perder oportunidades de caridad porque no reconocemos lo bueno de la gente que nos rodea.
En estas últimas situaciones, la gracia de los sacramentos nos ayuda a fortalecernos. El agradecimiento es también un gran remedio que ayuda a dar un vuelco a nuestros corazones cuando reconocemos las bendiciones que nos han venido de Dios y de los demás. Estar agradecidos puede darnos un reset y ayudarnos una vez más a ver y apreciar los dones que Dios nos ha dado y el bien que podemos ver en los demás. Vislumbramos la sabiduría que hay detrás de nuestra respuesta a las lecturas de la Misa. Adoptar el hábito de dar gracias a Dios con regularidad nos ayuda a mantener el corazón sano y en buen camino.
Este diálogo no sólo nos ayuda a reconocer a Dios y darle gracias por las Escrituras, sino que también puede ayudarnos a estar en sintonía con lo que estamos haciendo en la Misa. Como sabrás, la propia palabra Eucaristía significa "acción de gracias". En la Misa, nos unimos a Cristo en el sacrificio perfecto de alabanza a Dios Padre. Como pueblo de Dios, también nosotros nos unimos en alabanza agradecida, reconociendo el amor de Cristo y nuestra invitación a compartir ese amor. Muy apropiadamente, después de la Segunda Lectura y la respuesta, alabaremos juntos a Dios en preparación para el Evangelio mientras cantamos el ¡Aleluya!
1. Reflexiona sobre algunos pasajes de las Escrituras que proclaman: "Gracias sean dadas a Dios" (por ejemplo, Romanos 7:25, 1 Corintios 15:57, 2 Corintios 9:15). Compara los motivos de acción de gracias de San Pablo con tus propios motivos de gratitud. Considera la posibilidad de añadir "Gracias sean dadas a Dios" a tus formas públicas de expresar alegría y gratitud en la vida diaria.
2. Los Salmos 105, 106, 107, 118 y 136 (entre otros) comienzan invitándonos a "Dar gracias al Señor". Prueba a comenzar tu próximo momento de oración con una acción de gracias.