¿Se ha preguntado alguna vez por qué hay cuatro Evangelios? Mateo, Marcos, Lucas y Juan? ¿Por qué no uno solo? Durante casi 2000 años, teólogos, eruditos y santos se han preguntado sobre este "problema". Para algunas personas, las diferencias entre los cuatro Evangelios en cuanto a los detalles y el orden de los acontecimientos pueden parecer un desafío. Más aún, el Evangelio según San Juan es muy diferente de los otros tres. Entonces, ¿cuál es el problema?
En primer lugar, los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son muy similares. Se les llama los Evangelios sinópticos, por la palabra "sinopsis", que significa "de un solo vistazo". En su mayor parte, estos tres Evangelios son similares en contenido, aunque cada uno contiene algunos acontecimientos, milagros y enseñanzas que no aparecen en los otros. Además, en cada uno de estos Evangelios, algunos de los acontecimientos se relatan en un orden diferente. En segundo lugar, el Evangelio de Juan es muy diferente en estilo; no hace falta leer más que unos pocos versículos para darse cuenta de que nos ofrece un relato bastante diferente de la vida de Jesús.
¿Por qué hay cuatro Evangelios?
Una de las principales razones de que haya cuatro Evangelios tiene que ver con la forma en que se desarrollaron. En primer lugar, Jesucristo, presente en la tierra, enseñó, predicó y obró milagros. Después de su Muerte, los Apóstoles proclamaron oralmente la Muerte y Resurrección de Jesús, relatando fielmente su vida y sus palabras. Esta etapa de predicación oral, así como la catequesis, los himnos y las doxologías, se convirtieron en el trasfondo de los escritores de los Evangelios, llamados Evangelistas. Tras varios años de predicación y meditación, los autores de los Evangelios tomaron las fuentes orales y las primeras enseñanzas y las plasmaron por escrito en lo que hoy conocemos como los cuatro Evangelios.
Cuando los autores de los Evangelios escribieron estos relatos (bajo la guía del Espíritu Santo), tenían en mente audiencias y contextos diferentes. Esto explica algunas de las diferencias que encontramos en sus Evangelios. Por ejemplo, los eruditos sugieren que San Mateo escribía para un público judío que conocería, por ejemplo, el trasfondo judío de los rituales y otras cosas que hizo Jesús. Por lo tanto, el Evangelio de Mateo no explica el significado de estas cosas porque da por sentado que sus lectores ya las conocerían. Y lo que es más importante, dado que escribía para un público judío, para san Mateo era importante demostrar que Jesús era el verdadero Mesías que habían estado esperando. San Lucas, en cambio, era un antiguo gentil que se había convertido, y escribía para un público helenístico (griego) que no habría entendido los rituales y tradiciones judíos. Por eso encontramos en su Evangelio explicaciones más detalladas de las acciones ceremoniales. El Evangelio de Marcos, el primero que se escribió, presenta una poderosa narración de la vida de Jesús y a menudo incluye detalles más vívidos que los demás. San Juan, que escribió un poco más tarde que los otros tres, hizo hincapié en acontecimientos concretos para inspirar y confirmar la fe de sus lectores en Jesús, ya que podía suponer que ya estarían familiarizados con la historia de Jesús y sus milagros y enseñanzas.
Así, podemos ver que, al escribir los Evangelios, los escritores no se limitaban a recordar los hechos y las palabras de Jesús; predicaban a Jesús, el verdadero Mesías, para que la gente llegara a conocerlo de verdad. En este sentido, los Evangelios son algo así como homilías, que son una forma de intentar ayudar a la gente a relacionarse con Jesús y su mensaje de salvación. Son una presentación cuidadosa de lo que Jesús dijo e hizo, tanto una instrucción como una invitación a una fe más profunda.
Que tengamos estos cuatro Evangelios después de 2000 años es realmente un argumento a favor de su Inspiración Divina. Si estos documentos hubieran sido escritos simplemente por hombres, las diferencias en las palabras, los acontecimientos y el orden habrían sido demasiado grandes. La gente habría descartado rápidamente el cristianismo como una religión que no podía contar bien su historia. Para nosotros, podemos ver que Dios ha permitido que varios relatos con detalles diferentes estén juntos en el mismo libro de libros (la Biblia) porque fueron aceptados como inspirados por Dios, aunque fueran algo diferentes. Los primeros Padres de la Iglesia permitieron que se mantuvieran como transmitidos porque respetaban la Tradición recibida. Respetaron los Evangelios recibidos como sagrados y se dieron cuenta de que si trataban de "arreglarlos" agrupándolos en una sola narración, nos estaríamos perdiendo algún aspecto especial de la vida y el ministerio de Jesús tal como fue relatado por uno u otro de los escritores de los Evangelios. Vieron la sabiduría de Dios de que tener cuatro Evangelios con cuatro presentaciones diferentes de Jesús aseguraría que todas las personas, sin importar sus antecedentes o experiencias, pudieran escuchar o leer un relato sobre Jesucristo que pudieran entender, que hablara a sus corazones y que los atrajera a una vida de unión con Jesús el Hijo de Dios, ¡el verdadero Salvador del mundo!
1. Dedique tiempo a conocer las características distintivas de cada Evangelio. Empieza leyendo sólo el primer capítulo de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. ¿Qué notas? ¿Qué tiene en común cada Evangelio con los demás? ¿Qué aporta cada uno de ellos? Da gracias a Dios por nuestros cuatro evangelistas.
2. Pasa un rato en oración con Jn 20,30-31, donde el autor del Evangelio según San Juan explica por qué se escribió este texto. Contempla los "signos" de la presencia de Jesús en tu propia vida. Pide una mayor fe a través del conocimiento de los Evangelios.