¡Bendiciones a todos! A medida que avanzamos en la Misa, llega otra gran palabra: Anamnesis, también conocida como Aclamación Conmemorativa. Ahora que Jesús está realmente presente en el altar y le hemos adorado en silencio, ¿qué otra cosa podemos hacer sino alzar la voz y proclamar nuestra alegría en voz alta? Después de la elevación del cáliz, el sacerdote hace una genuflexión de adoración. Al levantarse, dice: "El misterio de la fe". Estas palabras invitan a una de las tres respuestas: "Proclamamos tu Muerte, Señor, y profesamos tu Resurrección hasta que vuelvas"; o "Cuando comemos este Pan y bebemos este Cáliz, proclamamos tu Muerte, Señor, hasta que vuelvas"; o "Sálvanos, Salvador del mundo, porque por tu Cruz y Resurrección nos has liberado".
A Charles Belmonte escribe: "La Anamnesis es una oración de recuerdo en la que la Iglesia evoca la pasión, la resurrección y la ascensión al cielo del Señor... Se nos acaba de pedir que "anunciemos el misterio de la fe". ¿Y cuál es este misterio? Precisamente el sacrificio redentor de Cristo celebrado en estos ritos"(Comprender la Misa, p. 145).
La Diócesis de Peoria señala: "Como enseña el Concilio Vaticano II, la Misa perpetúa el Sacrificio de la Cruz a través de los siglos hasta que Jesucristo vuelva en gloria. El Misterio de la Fe anuncia tres puntos principales: pasado, presente, futuro. Recuerda el acontecimiento de la Cruz [Proclamamos tu Muerte, Señor], una realidad presente [y profesamos tu Resurrección] y una anticipación futura [hasta que vuelvas]. El sacrificio redentor de Jesús en la Cruz tiene un valor infinito y eterno. Por tanto, la redención no es un acontecimiento histórico: ¡es una realidad presente! En la celebración de la Misa, pues, se recuerda la Cruz de tal manera que se hace presente. No somos espectadores de una representación teatral, sino de una re-presentación sacramental" ("A Study of the Mass", pp. 15-16).
Esta enseñanza pone de relieve para nosotros que tener a Cristo verdaderamente presente en la Misa nos lleva realmente más allá de nuestros límites de espacio y tiempo. En un momento de la historia, sabemos que Jesús cargó con la Cruz y se ofreció a sí mismo en sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Sin embargo, la Misa nos permite tocar esa ofrenda, no sólo como algo que sucedió en el pasado, sino como algo verdaderamente presente: el único sacrificio perfecto de Jesús allí ante nosotros.
Continuando con la Diócesis de Peoria, "¿Cómo sucede esto? En el altar de la Cruz, Jesucristo se ofreció al Padre 'por ti y por [muchos para el perdón de los pecados]'. En la Última Cena, cuando Jesús instituyó el modo en que celebraríamos este sacrificio redentor, dijo: 'Haced esto en memoria mía'. La anamnesis (memoria) de la plegaria eucarística evoca el misterio pascual: la pasión, muerte, resurrección y ascensión del Señor. Como enseña el Catecismo, "el memorial no es sólo el recuerdo de los acontecimientos pasados, sino la proclamación de las maravillas realizadas por Dios"(CIC 1363). Así, los acontecimientos sagrados se hacen presentes y reales en la Misa. Así como el Misterio Pascual se hace presente al Padre, la Iglesia, por medio del Espíritu Santo, se une a Cristo en su perfecta ofrenda sacrificial" ("Estudio sobre la Misa", p. 16).
Quizás esto nos ayude a entender más claramente lo que queremos decir cuando decimos "Memorial". El concepto bíblico de memorial es mucho más que recordar. Para nosotros, podemos mirar un viejo álbum de fotos y recordar en las imágenes la alegría de un día determinado. La belleza de la Misa como memorial sacrificial es que nos lleva a ese día concreto. Esta realidad nos lleva al significado de "Misterio".
Creo que la palabra misterio no siempre la comprendemos del todo. A lo largo de los años, he oído a gente decir: "Es un misterio", como razón para dejar de lado una de nuestras enseñanzas. Quizá para ellos, decir que cierta verdad es un misterio es una forma de decir: "Esto está más allá de mi comprensión, así que no voy a preocuparme por ello". Ciertamente, un significado de la palabra misterio es que algo es difícil de explicar o comprender. Pero desde la perspectiva de nuestra fe, es realmente una invitación a profundizar. Sabemos que Dios es infinito y nosotros no. Sabemos que las verdades de Dios a veces pueden parecer más allá de nuestra observación y experiencia cotidianas. También sabemos que Dios se nos ha revelado en el amor y que Jesús se ha entregado en sacrificio por amor. El Misterio de la Fe nos invita realmente a meditar con alegría en la constatación de que Dios nos ama y reúne muchas verdades y realidades a la vez para mostrar la abundante generosidad de ese amor.
Una cita de la Madre Teresa podría ayudarnos a meditar sobre cómo la Última Cena, la Cruz y la Misa son juntas el único sacrificio perfecto y amoroso de Jesús: "Si Jesús no hubiera establecido la Eucaristía, habríamos olvidado la crucifixión. Se habría desvanecido en el pasado y habríamos olvidado que Jesús nos amaba. Hay un dicho que dice que estar lejos de los ojos es estar lejos del corazón. Para que no lo olvidemos, Jesús nos dio la Eucaristía como memorial de su amor... Cuando miras el Crucifijo, comprendes cuánto te amó Jesús entonces; cuando miras la Sagrada Hostia, comprendes cuánto te ama Jesús ahora".
1. La próxima vez que participes en la Misa, llega con tiempo suficiente para reflexionar sobre el crucifijo de la iglesia. Permanece atento al crucifijo mientras se desarrolla la Misa, mientras profundizas en tu conciencia de la relación entre el sacrificio de Cristo en la Cruz y su Presencia Eucarística.
2. ¿Cómo conmemoras los acontecimientos importantes de tu vida? Considera participar en la Misa en esos aniversarios importantes y reflexiona sobre cómo la Liturgia de la Palabra y las oraciones de la Misa se relacionan con tu historia.