Seguimos buceando en el gran tesoro del Padre Nuestro. Una vez conocí a un sacerdote que daba un retiro de una semana centrado en el Padre Nuestro. Se había preparado para dar dos o tres conferencias al día a lo largo de una semana. Mientras preparaba sus notas de meditaciones en oración, sólo llegó a las dos primeras palabras: "Padre nuestro". Como dice Edward Sri, "La palabra Nuestro en esta oración también es significativa. Señala la profunda unidad que tenemos juntos en virtud de nuestro Padre celestial común. Todos los que están unidos en Cristo son verdaderamente hermanos y hermanas en él. En Cristo, el Padre de Jesús se ha convertido en nuestro Padre y todos somos hijos del Padre en la familia de la alianza de Dios"(Un paseo bíblico por la Misa, p. 124). Siéntate y piensa durante unos minutos en lo que eso significa. Dios es nuestro Padre; nosotros somos sus hijos. ¡Sorprendente! Si alguna vez necesitas meditar o te encuentras con unos minutos extra para pensar y rezar, piensa en esas dos palabras especiales: "Padre nuestro".
En cuanto al resto del Padrenuestro, según laEnciclopedia Católica, "consiste esencialmente en tres oraciones por la gloria de Dios (santificado sea Tu nombre, venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad) y una expresión de la extensión de esa gloria (en la tierra como en el cielo), seguidas de tres peticiones (por alimento, perdón y liberación de la tentación) y una súplica final por la liberación del mal, es decir, del mal moral"(Enciclopedia Católica, p. 358). Centrándose en la petición de alimento, la Instrucción General del Misal Romano afirma: "En el Padre Nuestro se pide el pan de cada día, que para los cristianos significa principalmente el Pan Eucarístico, y se suplica también la purificación del pecado, para que lo santo sea, en verdad, dado a los santos"(IGMR, 81).
Aunque se podrían decir muchas cosas sobre cada una de las siete peticiones, Charles Belmonte nos ofrece un breve resumen de cada una de ellas:
1. Santificado sea tu nombre. "No es que pensemos hacer santo a Dios con nuestras oraciones; más bien pedimos a Dios que su nombre sea santificado en nosotros... Deseamos dar gloria a Dios: que sea amado y temido por todos; que su santidad, su bondad y su sabiduría sean reconocidas en todas partes."
2. Venga a nosotros tu reino. "En la segunda petición, deseamos que Dios reine en la voluntad de todos. Pedimos que todos lleguemos felices a nuestro destino en su Reino. Pedimos que venga el Reino que Dios nos ha prometido, el Reino ganado por la Sangre y la pasión de Cristo..."
3. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. "En la tercera petición, rogamos que todos los hombres sirvan y obedezcan a Dios en la tierra como es servido por los ángeles en el cielo; y que todos eviten siempre el pecado y hagan lo que es agradable a Dios..."
4. Danos hoy nuestro pan de cada día. "En la cuarta petición, pedimos lo necesario para el sustento, el vestido y otras necesidades temporales; el pan nuestro de cada día, que para un cristiano significa también el Cuerpo de Cristo, y el perdón de los pecados. Así, podemos entender esta petición en sentido espiritual y en sentido literal..."
5. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. "Una vez que solicitamos el sustento necesario de la magnanimidad de Dios, le pedimos perdón por nuestros pecados. Recordarnos que somos pecadores y obligarnos a pedir perdón por nuestras faltas es prudente y sano..."
6. Liderar no nos dejes caer en la tentación. "En la sexta petición, pedimos a Dios que nos guarde de caer en las tentaciones. No debemos confiar en nuestras propias fuerzas; debemos temer nuestra malicia y falta de constancia, no sea que éstas nos induzcan a alejarnos de su gracia y amistad."
7. Líbranos del mal. "En la séptima petición, pedimos la liberación de los males que nos afligen y pueden apartarnos de su amor paterno... Pedimos ser liberados de la culpa y del castigo del pecado, de todas las asechanzas del demonio y del mundo tendidas contra nosotros".(Comprender la Misa, pp. 170-172).
No cabe duda de que ésta es la oración más grande. Jesús mismo nos la dio. Revela nuestra relación especial con Dios. Abarca muchos aspectos de nuestra vida. Nos prepara con un anhelo sano y real para la unión con Dios, a través de la Sagrada Comunión en la tierra y eternamente en el cielo. No es de extrañar que esta oración se encuentre en el corazón de la Misa.
1. Utilizando un diario de oración u otro medio, reza y escribe o dibuja tu respuesta a cada una de las peticiones del "Padre Nuestro." Permite que esta forma de oración integre tus propias experiencias e intenciones con las de todos los que se unen para rezar: "Padre nuestro..."
2. Profundiza en esta oración central estudiando, individualmente o con otros, el Catecismo de la Iglesia Católica sobre el "Padre nuestro" (CIC 2759-2865).