"Hola, Joe. ¿Cómo estás?" Siempre que vemos a alguien conocido, podemos saludarle de esta manera. Sin embargo, la Misa, la reunión de la familia de Dios, no comienza así en absoluto. ¿Por qué? Sin duda, la Misa no es como encontrarse con la gente por la calle. Cuando venimos a Misa, no estamos simplemente pasando junto a un conocido: estamos encontrando y adorando a Dios Todopoderoso. Después de la Señal de la Cruz, el sacerdote dice: "El Señor esté con vosotros", o una de las otras versiones que da el Misal, como "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros"; o "Gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo". Este saludo indica de entrada que lo que vamos a hacer va a ser muy distinto de la rutina diaria. Además, recuerda que formamos parte de algo más grande: la celebración universal de la Liturgia: Dios con todo su pueblo.
Si lo único que dijera el sacerdote fuera algo como "Me alegro de verte" o "Vaya, qué frío hace hoy", podría dar la impresión de que nos limitamos a entrar en una charla familiar. Podríamos pasar por alto que algo sagrado está a punto de suceder. Por eso, el saludo universal nos ayuda a prepararnos para entrar más plenamente en la celebración de la Misa y nos ayuda a darnos cuenta de que ésta será una reunión sagrada con Dios Todopoderoso presente ante nosotros. Si pensamos en las palabras, en realidad son una oración que pronuncia el sacerdote pidiendo que la gracia, la paz, el amor, etc. de Dios estén con cada persona: ¡esa sí que es una manera de comenzar una reunión del pueblo de Dios! Los fieles responden entonces con su propia parte de la oración, pidiendo una gracia similar para el sacerdote respondiendo: "Y con tu espíritu".
¿Por qué decimos: "Y con tu espíritu"? Nuestra traducción inglesa de la frase es en realidad una traducción directa palabra por palabra de las oraciones latinas de la Misa: "Et cum spiritu tuo". Esta frase también nos conecta claramente con varios lugares de la Biblia. Por ejemplo, vemos el saludo del sacerdote, "El Señor esté con vosotros", en Rut 2:4; y vemos la respuesta del pueblo, "El Señor esté con tu espíritu", en 2 Timoteo 4:22.
Bien, Padre, ya veo dónde están esas líneas en la Biblia. Pero, ¿qué significa aquí "espíritu"? Según varios santos y escritores cristianos, "espíritu" no se refiere al alma del sacerdote, sino al espíritu que ha recibido a través del sacramento del Orden. Como escribe Edward Sri, citando a Jeremey Driscoll para apoyarse: "Al decir 'y con tu espíritu', el pueblo está reconociendo la actividad única del Espíritu Santo a través del sacerdote durante la sagrada liturgia en virtud de su ordenación. Como explica Jeremy Driscoll, "El pueblo se dirige al "espíritu" del sacerdote; es decir, a esa parte interior más profunda de su ser en la que ha sido ordenado precisamente para Liderar el pueblo en la acción sagrada. Están diciendo, en efecto: "Sé ahora el sacerdote para nosotros", conscientes de que sólo hay un sacerdote, Cristo mismo, y de que éste que ahora les representa debe estar afinado para desempeñar bien sus deberes sagrados'". (Un paseo bíblico por la misa, p. 28).
El saludo al comienzo de la Misa es una oración para que el Señor esté presente con el pueblo y una oración de respuesta del pueblo reconociendo el don espiritual que Dios ha concedido al sacerdote para ayudarnos a Liderar en la oración. Es, sin duda, un saludo más formal que el que utilizaríamos fuera de casa. Sin embargo, lo que hacemos en la Iglesia es definitivamente diferente a encontrarnos en un partido de béisbol o en un restaurante. Es muy posible que el sacerdote pronuncie unas palabras de bienvenida o haga algún comentario sobre el tiempo, pero esos comentarios siguen al diálogo inicial: "El Señor esté contigo", "Y con tu espíritu". Ahora, ¡a rezar juntos como familia de Dios!
1. Reflexiona sobre cómo saludas a las distintas relaciones de tu vida, como familiares, amigos y conocidos profesionales. ¿Qué comunicas a través de esos saludos? Esté atento a la próxima oportunidad de saludar en su día y sea más intencional sobre qué y cómo se comunica.
2. Lee Rut 2 y 2 Timoteo 4:19-22 para ver nuestros saludos litúrgicos en estos contextos. Tómate tu tiempo para meditar sobre estos pasajes, situándote en las escenas y reconociendo que formas parte de un gran linaje de relaciones humanas.