Estecompañero de oración eucarística está diseñado para ayudarle a pasar de treinta minutos a una hora en meditación y oración silenciosa con Jesús durante la adoración eucarística. Incluso si no puedes estar físicamente presente en una iglesia o capilla de adoración con el Santísimo Sacramento, puedes unirte espiritualmente a Jesús en la Eucaristía mientras pasas este tiempo en oración.
LA GRACIA QUE BUSCO: esperar con María la celebración de la Natividad
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO. AMÉN.
Detente unos instantes ante Jesús Eucaristía. Permítete tomar conciencia del don que Jesús te hace de sí mismo. Imagina que Jesús te mira, te mira a los ojos con una mirada llena de amor. Él ve en lo más profundo de tu corazón. Lleva toda tu vida a Jesús. Comparte con él tus miedos, tus esperanzas, tus heridas, tus fracasos y tu amor. Jesús te escucha con atención. Háblale con confianza. No hay límites para la profundidad de tu amistad con él. Después de hablarle con el corazón, detente, espera, escucha. Descansa en su mirada de amor.
Agradece a Jesús el don de sí mismo en la Eucaristía.
PIDE LA GRACIA: Jesús, te pido la gracia de encontrar fuerza y consuelo en la presencia amorosa de María, tu Madre y la mía.
Lee despacio, 3-4 veces, haciendo pausas entre cada lectura. Fíjate en las palabras o frases que más te llamen la atención. Presta atención a cualquier sentimiento que puedas tener mientras oras y proclamas la Palabra de Dios. Permite que las palabras de la Escritura hablen a lo que estás viviendo en este momento. Pide al Espíritu Santo que te hable a través de este pasaje.
"Así dice Yahveh: Tú, Belén-Efrata, demasiado pequeña para estar entre los clanes de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel; cuyo origen es desde antiguo, desde tiempos remotos. Por eso los entregará el Señor, hasta el tiempo en que haya dado a luz la que ha de dar a luz". (Miqueas 5:1-2a)
Permítete sentarte un rato con estas preguntas, atento a cómo el Señor habla en tu corazón.
Esta lectura nos invita a fijarnos en lo pequeño e insignificante. Belén era una ciudad diminuta y sin importancia. Sin embargo, Miqueas profetizó que en Belén nacería el "soberano de Israel cuyo origen es antiguo". Miqueas también señala a María, la Madre virgen que le daría a luz. ¿Te sientes pequeño e insignificante y te preguntas si Dios se fija en ti? ¿Te ha sorprendido alguna vez un don que Dios te ha hecho en un momento en que te sentías solo y sin importancia? ¿Cómo responderías si Dios te pidiera que llevaras a cabo una misión? ¿Responderías con incredulidad o como María, con fe?
Lee despacio, 3-4 veces. De nuevo, deja que las palabras de la Escritura inunden tu mente y tu corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable de manera personal a través de este pasaje.
Al oír Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno. Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a gran voz: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Cómo me ha sucedido esto, que la madre de mi Señor haya venido a mí? Porque en cuanto llegó a mis oídos el sonido de tu saludo, el niño de mis entrañas saltó de alegría. Dichosa tú que has creído que se cumpliría lo que te había dicho el Señor'". (Lucas 1:41-45)
Maríahabía sido avisada por el ángel de que su anciana prima Isabel estaba encinta, e inmediatamente fue a asistirla. María llevaba a Jesús en su seno, y lo que empezó como un encargo de amor se convirtió en un momento de gran alegría para ambas. "Porque en cuanto llegó a mis oídos el sonido de tu saludo", exclamó Isabel, "el niño de mis entrañas saltó de alegría". Esta alegría resonará una vez más en el canto de los ángeles que anuncian el nacimiento del Señor. En estos últimos días antes de la celebración de la Navidad, ¿de qué manera puedes, como María, llevar a Jesús a alguien que lo busca? ¿En qué parte de tu vida necesitas recibir alegría? ¿Cómo puedes llevar alegría a otra persona?
Comparte con Jesús los pensamientos y sentimientos que han aflorado mientras orabas con la Palabra de Dios. Ábrele tu corazón. Jesús quiere conocer tus sueños, tus deseos, tus miedos. Puedes compartir cualquier cosa. Jesús lo recibirá con gran amor. Luego permanece en silencio con el Señor. Deja que hable en el silencio, en tu corazón. Permanece en su presencia. Si te ayuda, escribe lo que sientes que el Señor te comunica durante este tiempo de oración.
Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que nosotros, a quienes se dio a conocer la Encarnación de Cristo, tu Hijo, por el mensaje de un ángel, seamos llevados por su Pasión y su Cruz a la gloria de su Resurrección. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. (Colecta, IV domingo de Adviento)
En cada Misa, Jesús se ofrece al Padre por nosotros. Durante el Ofertorio, todas nuestras necesidades y deseos, todo nuestro ser y todo lo que ofrecemos al Señor, se depositan sobre el altar para unirse a la ofrenda del sacerdote y, a través de él, a la ofrenda de Cristo. Este domingo, pide a María que abra tu corazón. Ofrece al Señor tu deseo de encontrarte vigilante en la oración y exultante en la alabanza a Él.
María es el modelo de la caridad, la que trae la plenitud de la alegría que viene de Jesús y del Espíritu Santo. Piensa en una persona de tu familia o entre tus amigos y compañeros de trabajo que esté luchando por encontrar la alegría en su vida. Háblale de María, e incluso invítale a rezar un rosario contigo en anticipación de la Natividad.
¿Le gustaría imprimir una copia de este recurso para llevarla a la capilla para rezar? Haga clic aquí para descargar los Acompañantes de oración eucarística para los tiempos de Adviento y Navidad en inglés o español.