Esta Meditación Eucarística está diseñada para ayudarte a pasar de treinta minutos a una hora en meditación y oración silenciosa con Jesús durante la adoración eucarística. Incluso si no puedes estar físicamente presente en una iglesia o capilla de adoración con el Santísimo Sacramento, puedes unirte espiritualmente a la Eucaristía mientras pasas este tiempo en oración.
LA GRACIA QUE BUSCO: edificar el Reino de Dios cultivando la unidad entre sus hijos
ENEL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.
Detente unos instantes y permítete tomar conciencia de la entrega de Jesús en la Eucaristía. Date cuenta de que, en este preciso momento, el Señor de la Vida te está mirando con gran amor. Permítete acoger su mirada de amor. Eres su hijo amado. Descansa en su mirada de amor.
Agradece a Jesús el don de sí mismo en la Eucaristía.
PIDE LA GRACIA: Jesús, ayúdame a construir tu Reino convirtiéndome en instrumento de unidad para tus hijos.
Lee despacio, 3-4 veces. Deje que las palabras de la Escritura inunden su mente y su corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de este pasaje.
"Amados: Mirad qué amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. Y así somos. La razón por la que el mundo no nos conoce es que no le conoció a él". (1 Juan 3:1)
Permítete sentarte un rato con estas preguntas, atento a cómo el Señor habla en tu corazón.
Por el Bautismo, somos acogidos en la familia de Dios y nos convertimos en sus hijos adoptivos. ¿Te consideras personalmente hijo o hija del Padre? Descansa en esta verdad. Pide al Espíritu Santo que te ayude a pensar en dos o tres formas concretas en las que el Padre te ha concedido su amor esta semana, poniendo de manifiesto su cuidado paternal por ti.
Lee despacio, 3-4 veces. Deja que estas palabras inunden tu mente y tu corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de esta meditación.
"Tengo otras ovejas que no son de este redil. También a éstas debo Liderar, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor". (Juan 10:16)
No tenemos el monopolio de la bondad de Dios. Jesús llama a cada persona de la familia humana a una relación íntima con Él, lo sepa o no. En el mundo de hoy, Dios utiliza a menudo nuestras voces, las de los hijos de su redil, para hablar a quienes aún no le conocen. Pídele a Jesús que te ayude a identificar una forma en la que das testimonio de la bondad y el amor de Dios en tu vida. Dale gracias a Dios por ello. Ahora, pídele que te ayude a darte cuenta humildemente de un área de tu vida que no predica su bondad. Pídele valor para reorientar esa parte de tu vida hacia Dios.
Permanece en silencio con el Señor. Deja que hable en el silencio, en tu corazón. Acoge su presencia. Si te ayuda, escribe lo que sientes que el Señor te comunica durante este tiempo de oración.
Dios todopoderoso y eterno, Liderar haznos partícipes de las alegrías del cielo, para que el humilde rebaño llegue adonde antes llegó el valiente Pastor. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. (Colecta, IV Domingo de Pascua)
En cada Misa, Jesús se ofrece al Padre por nosotros. Siempre podemos unir nuestras propias ofrendas a las de Jesús en la Misa. Este domingo, ofrece tu deseo de verte como hijo o hija del Padre para predicar la bondad de Dios al mundo con tus palabras y acciones.
Todos tenemos amigos, familiares, conocidos y compañeros de trabajo que se han alejado de la fe o que nunca han escuchado realmente el Evangelio. Dios te ha bendecido para que te relaciones con ellos y los invites a su único redil. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a identificar a alguien a quien puedas invitar a Misa contigo. Tal vez no estén preparados de inmediato, pero tu auténtica bondad y presencia en sus vidas allanará el camino para ayudarles a dar pasos cada vez más cerca de una relación nueva o renovada con Jesús.
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