Esta Meditación Eucarística está diseñada para ayudarte a pasar de treinta minutos a una hora en meditación y oración silenciosa con Jesús durante la adoración eucarística. Incluso si no puedes estar físicamente presente en una iglesia o capilla de adoración con el Santísimo Sacramento, puedes unirte espiritualmente a la Eucaristía mientras pasas este tiempo en oración.
LA GRACIA QUE BUSCO: escuchar verdaderamente la voz del Señor para poder participar más plenamente en la vida de la Santísima Trinidad.
ENEL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.
Detente unos instantes y permítete tomar conciencia de la entrega de Jesús en la Eucaristía. Date cuenta de que, en este preciso momento, el Señor de la Vida te está mirando con gran amor. Permítete acoger su mirada de amor. Eres su hijo amado. Descansa en su mirada de amor.
Agradece a Jesús el don de sí mismo en la Eucaristía.
PEDIR LA GRACIA: Jesús, ayúdame a escucharte hablándome a través de la Eucaristía para que pueda unirme completamente a la vida de la Trinidad.
Lee despacio, 3-4 veces. Deje que las palabras de la Escritura inunden su mente y su corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de este pasaje.
"¿Había ocurrido antes algo tan grandioso? ¿Alguna vez se oyó hablar de ello? ¿Alguna vez un pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde en medio del fuego, como tú, y vivió?" (Deuteronomio 4:32-33)
Permítete sentarte un rato con estas preguntas, atento a cómo el Señor habla en tu corazón.
¿Cómo me llama el Señor a encender en mi corazón un espíritu de gratitud por cada una de las formas en que me habla, especialmente cuando estoy ante Él en el Santísimo Sacramento y guiado en la oración por su Espíritu Santo? ¿Cómo me está llamando a responder a su Palabra hoy en mi vida como miembro de la Iglesia?
Lee despacio, 3-4 veces. Deja que estas palabras inunden tu mente y tu corazón. Deja que el Espíritu Santo te hable a través de esta meditación.
"Jesús se les acercó y les dijo: 'Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado'". (Mateo 28:18-20)
Jesús, por el poder de su Espíritu Santo, nos ofrece siempre la gracia de ser transformados por su amor, de conocer la identidad que se nos ha dado en el Bautismo como hijos amados de Dios, y de participar en la misión de predicar el Evangelio. ¿Cómo puedes dedicar más tiempo cada día a crecer en tu relación con la Santísima Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo- y distraerte menos con las cosas pasajeras? ¿Cómo puedes compartir el don de tu fe en Él con aquellos con quienes te encuentras hoy con convicción y claridad?
Permanece en silencio con el Señor. Deja que hable en el silencio, en tu corazón. Acoge su presencia. Si te ayuda, escribe lo que sientes que el Señor te comunica durante este tiempo de oración.
Dios, Padre nuestro, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu de santificación diste a conocer al género humano tu admirable misterio, concédenos, te rogamos, que, al profesar la verdadera fe, reconozcamos la Trinidad de gloria eterna y adoremos tu Unidad, poderosa en majestad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. (Colecta, Solemnidad de la Santísima Trinidad)
En cada Misa, Jesús se ofrece al Padre por nosotros. Siempre podemos unir nuestras propias ofrendas a Jesús en la Misa. Este domingo, ofrece tu deseo de unirte por Jesús a la vida de la Trinidad.
Durante la próxima semana, dedica un momento a dar gracias por el don de la comunión que podemos tener con Cristo a través de la Iglesia. Mientras das gracias, haz un gesto concreto de servicio a alguien de tu familia parroquial para ayudar a fomentar la unidad en el Cuerpo de Cristo.
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