Los cuatro pilares de la misión
Pilar 1
Encuentro eucarístico
Con el fin de Liderar personas a una relación con Jesús en la Eucaristía, tenemos que mantener una relación activa con él nosotros mismos. Este pilar se centra en profundizar en esa relación personal a través de la oración, la adoración y los sacramentos. Los encuentros regulares y profundos con Jesús nos fortalecen para ser testigos más auténticos y poderosos de su amor.
San Carlos de Foucauld y el Venerable Fulton Sheen son bellos ejemplos de cómo las Horas Santas Eucarísticas potencian la evangelización.
Pilar 2
Identidad eucarística
Para vivir verdaderamente nuestra misión como católicos, primero debemos abrazar nuestra identidad como hijos amados del Padre, modelada por nuestra relación con Cristo en la Eucaristía. Este pilar subraya la importancia de interiorizar y vivir las enseñanzas y el amor de Jesús, permitiendo que nuestros encuentros eucarísticos definan quiénes somos. A través de estos encuentros, nuestros corazones y mentes se transforman, guiándonos para reflejar el amor de Cristo en cada aspecto de nuestras vidas.
Santa María Magdalena y el Beato Carlos Manuel Rodríguez ejemplifican cómo una profunda identidad eucarística inspira un profundo celo misionero y de servicio a los demás.
Pilar 3
Vida eucarística
Este pilar nos anima a integrar nuestro amor a Cristo en todos los aspectos de nuestra vida, transformando las acciones cotidianas en actos continuos de adoración y servicio. A medida que amamos más a Cristo, nuestras vidas se configuran con la suya, reflejando su amor sacrificado. Cuando vivimos una vida eucarística, nos unimos a la entrega de Cristo, permitiendo que su amor fluya a través de nosotros hacia los demás.
Santa Teresa de Lisieux y Santa Isabel Ana Seton son poderosos ejemplos de cómo poner la Eucaristía en el centro de tu vida conduce a la transformación personal y alimenta la misión.
Pilar 4
Misión Eucarística
Este pilar es una llamada a evangelizar, a difundir con audacia la Buena Nueva del amor y la misericordia eucarísticos de Cristo, de palabra y de obra. A medida que nuestro amor por Cristo se profundice, nuestras vidas se irán configurando cada vez más con su misión, impulsándonos a servir a los demás con su corazón. Nos sentiremos atraídos por el servicio compasivo, viviendo nuestra llamada a ser sus manos y sus pies para nuestro prójimo y a llevar su presencia a los márgenes.
Los legados de Santa Teresa de Calcuta y Santa Francisca Javier Cabrini ejemplifican cómo una profunda devoción a la Eucaristía impulsa una vida comprometida con la evangelización y el servicio desinteresado.