¿Alguna vez has oído a un niño pequeño preguntar "por qué"? Si lo has hecho, sabes una cosa: es una pregunta que no descansará hasta encontrar el fondo de algo. Mi hija de seis meses todavía no está en esa fase, pero viendo lo rápido que han pasado estos primeros seis meses, sé que no está lejos. Así que he estado practicando mucho con los muchos niños pequeños que hay en la comunidad misionera de Damasco. Justo el otro día, uno de los niños pequeños de la comunidad miró mi camiseta, que tenía escrito "amor" en muchos idiomas diferentes, y me preguntó: "¿Qué dice tu camiseta?". Le respondí. "Dice 'amor' en diferentes idiomas". Entonces llegó la infame pregunta: "¿Por qué?". Después de compartir cómo el amor es algo deseado por todos en todas partes, la pregunta seguía sin encontrar el fondo-"¿Por qué?". Seguida de otra. Otra más. Hasta que, finalmente, encontré la respuesta que me satisfizo. Fue algo así-"... porque nunca he encontrado a alguien que no quisiera ser amado, ¿sabes? Sé que me alegro de que me quieran. ¿No te alegra que tu mamá y tu papá te quieran tanto?". Él respondió: "Bueno, sí. Por supuesto". Y luego pasó al asunto urgente de correr por ahí. Pero me hizo pensar...
No me culpes por tomarme a un niño demasiado en serio. Al fin y al cabo, es posible que al final se aburriera de la pregunta y saliera corriendo. Pero quizá haya algo más. Para mí estaba claro que se sentía insatisfecho cuando intentaba darle teorías. Incluso exponerlas sin rodeos le resultaba confuso y elevado. Sin embargo, la respuesta satisfactoria llegó cuando di mi testimonio, porqueel testimonio, en el fondo, es la respuesta más honesta a la pregunta de por qué. Fundamenta nuestras creencias y conceptos en hechos y experiencias, y si nos tomamos dos minutos para estudiar el mundo que nos rodea, está claro que estamos hechos para los hechos y las experiencias, para el encuentro con la realidad. Desde los niños pequeños hasta nosotros, los adultos, es fácil seguir el testimonio y difícil rechazarlo.
Y todos tenemos un testimonio; de hecho, todos tenemos testimonios. ¿Por qué crees en Jesucristo? Sigue adelante, más allá de los argumentos y los razonamientos. Haz hincapié en ti. ¿Por qué crees en Jesucristo? ¿Has experimentado Su amor por ti? ¿Tienes una relación con Él, arraigada en la oración? Ese es tu testimonio. ¿Por qué crees en la Iglesia Católica? De nuevo, pasa de los argumentos y de los razonamientos. ¿Has experimentado su belleza, su poder, su alteridad? ¿Por qué es real la Eucaristía? Ya sabes lo que voy a decir. Más allá de los argumentos y los razonamientos, tienes un porqué. Estos son vuestros testimonios, y son la herramienta más poderosa para la evangelización. Se unen para contar la historia de una vida cambiada, y cuando vivimos una vida que es notablemente diferente, la historia que cambió esa vida es difícil de refutar.
Por eso debemos estar siempre dispuestos a dar, como escribe San Pedro, razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 Pe 3,15). Debemos estar preparados para compartir un testimonio. Pero a veces nos quedamos atascados, ¿verdad? Surgen preguntas. ¿Cómo tengo presente mi testimonio? ¿Cómo sé si es el momento adecuado para compartir un testimonio? ¿Y cómo comparto mi testimonio sin sentirme incómodo o raro? Todas estas son preguntas razonables, pero no las dejemos en retórica. Veamos qué podemos hacer para responder a cada una de ellas.
Primero, preparación. Segundo, observación. Y tercero, la aplicación.
En primer lugar, ¿cómotengo presente mi testimonio? En pocas palabras, se trata de una cuestión de intencionalidad. Pídele al Señor en oración que te ayude a conectar tus creencias con eventos y experiencias que hayas tenido. Hazle preguntas sencillas, preguntas como: "Señor, ¿me ayudas a recordar algún acontecimiento o experiencia que me haya llevado a creer o comprender más plenamente esta parte de mi fe?". Escríbelas. Y vuelve a ellas de vez en cuando cuando tomes tu tiempo de oración diaria. No se trata tanto de recordarlos palabra por palabra. Se trata más bien de conocerlos a un nivel cada vez más profundo.
Segundo: ¿Cómosé si es el momento adecuado para compartir un testimonio? Bueno, ¿qué observas en la situación? Compartir nuestra fe nunca vendrá sin algún riesgo, pero puede ser bueno ver qué es apropiado para la situación. ¿Es la persona con la que estás alguien con quien tienes una relación? ¿Ves la manera de hacerle una pregunta antes de compartir tu testimonio? Algo como: "No sabía que te habías criado en el catolicismo. ¿Cómo fue tu experiencia con la Iglesia?". Esto puede iniciar una conversación que te abra la puerta a compartir tu testimonio. Pero no confíes sólo en tu intuición. Pide ayuda al Señor. Cuando vayas a encontrarte con alguien, pídele que te ayude a amarle y, si te sientes muy atrevido, que te ayude a amarle delante de él, de la manera que sea posible.
Y tercero: ¿Cómocomparto mi testimonio sin sentirme incómodo o raro? Aquí hay tres áreas en las que centrarse: 1) formato, 2) tono y 3) extensión. En cuanto al formato, simplemente diga lo siguiente: antes de la experiencia/evento, la experiencia/evento y después de la experiencia/evento. ¿Qué había antes? ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha cambiado? A continuación, asegúrate de que tu tono es sincero. Sé tú mismo, sin necesidad de cambiar. Y, por último, en cuanto a la duración, ten en cuenta lo que requiere la situación. Es bueno tener una versión de 30 segundos, 3 minutos y 30 minutos de tu testimonio. Estas versiones cubren casi cualquier situación a la que te puedas enfrentar.
Voilà, ¡ya estás listo para compartir tu testimonio! Conoce tu porqué. Conoce la situación en la que te encuentras. Sepa cómo hacerlo en la práctica. Y sobre todo, sepa que el Señor está con usted. Como se dice en Apocalipsis, el acusador es vencido por la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio (cf. Ap 12:11). En otras palabras, Jesús y tú sois una combinación poderosa. Recuérdalo. Y recuerda Sus palabras: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20).
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Damasco es un movimiento misionero católico que ayuda al mayor número posible de personas a encontrarse con Jesús a través de campamentos, retiros y eventos. Estamos viendo a Dios cambiar vidas y restaurar la esperanza, ahora y para las generaciones venideras. Únete a nosotros en esta aventura.